Practicar yoga te sumerge en un camino de búsqueda personal, un viaje hacia tu verdadera esencia y desapegarte de todo lo que no eres. Una práctica constante unida a una amorosa disciplina, son fundamentales para transitar el camino del yoga. De este modo, con el compromiso de la práctica, se transforma la manera de verte a ti mismo y la manera de ver la realidad.
Es el yoga el que debe adaptarse a cada alumno y no el alumno al yoga.
Cada practicante tiene sus necesidades y sus dificultades. Por tanto, el profesor de yoga debe adecuar la clase para que todos los alumnos puedan beneficiarse de la práctica. Cuando un alumno no pueda hacer un determinado asana o técnica, el profesor le propone una variante que sí pueda realizar.
El profesor de yoga aprende a «sentir» la energía del grupo, aprende a salir de esquemas rígidos y adaptar la enseñanza a las necesidades reales de sus alumnos.
Sin duda, esta herramienta puede generar profundos cambios en la persona, tanto cuando el problema ya está en el cuerpo físico como de manera preventiva, cuando todavía no es más que un desequilibrio sutil.
La estructura de una clase de yoga es la siguiente: